Es la segunda generación que veo salir del Colegio México y me siento muy bien. Fue una experiencia que me dejó satisfecho, ya que en lo personal, nunca busqué que todos, absolutamente todos salieran como los mejores ciudadanos y excelentes estudiantes, finalmente como dicen: “uno hace lo que puede” (y lo que debe, tanto como sea posible, mientras sea posible e intentando que pase de posible a probable). Entonces, los resultados fueron óptimos teniendo en cuenta los objetivos.
Un año de convivencia y gané mucho: aprendí que a pesar de las miles de cosas malas que atraviesa este país, pude darme cuenta que si bien no la juventud (en general) será el gran futuro alentador que México espera, sí algunos jóvenes buscan ser mejores estudiantes, personas que generan conocimiento, que piensan, que intentan cada día acercarse más a la realidad, a los golpes que “en la calle” dan, y son más fuertes cuando no se está preparado, que por ello, dan un paso adelante y deciden cambiar rutinas que nada bueno han dejado.
No tengo mucho que decir, simplemente que he aprendido esto de (algunos de) ustedes, y espero que hayan aprendido algo de su servidor.
Es difícil formar a buenos estudiantes cuando la (buena) educación se quedó esperando en una maleta hasta ver crecer a los jóvenes, intentar salir, intentar educar (si es que salió) y tratar de pulir algo que no es tangible, no material. Complicada labor, y sin embargo “la escuela”[1] lo hace, que por cierto, no es y no será el lugar en donde se enseñan modales, aunque constantemente lo hace pero no es su función principal. “La escuela” sirve (según yo) para moldear (sin ideologías) y dar forma y utilidad la educación que han adquirido los estudiantes por parte de su familia y otros círculos sociales, también dar más y mejor conocimiento para que tengan mejores herramientas, para que aprendan a pensar, cosa no tan fácil, y más cuando el estudiante no quiere hacer nada por su propia educación, y más cuando la familia no ha contribuido a que “salgan” mejores individuos.
Bien por los que van a seguir estudiando, lástima por los que no, entiendo que hay varios factores que a veces impiden ir por la ruta del estudio, pero también existe la ignorancia, y de esa, abundan los caminos: decidir deliberadamente (y sin pensar, que es peor) el casarse (por ejemplo), “pensar” (según) que no vale la pena seguir estudiando, que es mejor trabajar, acaso no se pueden hacer las dos cosas?, en fin, diversos motivos…
Por cierto, los que van a seguir en el camino…
¿Qué van a estudiar?
¿Por qué esa carrera?
¿En qué universidad?
¿Por qué en ella?
¿Qué faltó por aprender?
¿Cuál es la finalidad de seguir estudiando?
Son preguntas que espero sean resueltas por más de uno de ustedes
Felicidades a todos los que salieron con los objetivos deseados, a todos los que de una o de otra manera abrieron los ojos al conocimiento.
En hora buena.
Luis Ayala
[1] Uso comillas en “la escuela” haciendo referencia a toda la etapa educativa en diversas instituciones, no para una escuela en concreto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario